- Supongo que echas de menos a tu padre –aventuré.
- ¿A qué se refiere? –respondió Greg-. Viene cada día. Le veo cada día.
- No -dije yo-, ya no vendrá más… Hace tiempo que no viene. Murió el mes pasado.
Greg puso una mueca de dolor, palideció y se quedó en silencio. Yo tenía la impresión de que estaba afectado, doblemente afectado, ante la repentina y terrible noticia de la muerte de su padre, y ante el hecho de que él mismo no lo supiera, no lo hubiera registrado, no lo recordara.
- Supongo que debía rondar los cincuenta –dijo.
- No, Greg –le respondí-, ya había rebasado los setenta.
Greg volvió a palidecer cuando dije eso. Dejé la habitación durante unos minutos; me pareció que necesitaba estar solo con esa noticia. Pero cuando regresé, Greg no recordaba la conversación que habíamos tenido, ni la noticia que le había dado, y no tenía la menor idea de que su padre hubiera muerto.
Un antropólogo en Marte (Sack, Oliver)
No hay comentarios:
Publicar un comentario